martes, 28 de septiembre de 2010


No llores si me amas.
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo!
¡Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras, por un instante, contemplar como yo la belleza ante la cual los astros palidecen!
Créeme, cuando la muerte venga a romper tus ligaduras como ha roto las mías y, cuando un día que Dios ha precedido, ese día volverás a verme y encontrarás mi corazón que te amó y te sigue
amando, con todas las ternuras purificadas.
Volverás a verme pero transfigurado y feliz, avanzando contigo por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Por eso, no llores si me amas.
San Agustín

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahora tus restos descansan en la playa, como creo lo deseabas vos, momento extraño, estarás por siempre en mi corazón, siempre, siempre, estás presente día a día en mi vida y la de mi familia, gracias por darme la vida, María.